sábado, marzo 15, 2008

Miradas

Las miradas penetran en lo más profundo del alma, el aire ahoga cada molécula de memoria que quedaba atrapada entre las marañas de una mente resquebrajada, de nuevo asecha un frívolo viento con una pequeña dosis de imágenes del pasado.

Volteo hacia otro lado y ahí está él, observándome desde lejos, discretamente con sus ojos que destellan milagros seductores, con su rostro cubierto por una máscara de infancia y su piel resplandeciente de caricias no consumadas.

Trato férreamente de arrastrarlo hacia el lado contrario hasta que la rutina se rompa y sólo queden ruinas de espontaneidad para compartir conmigo, pero existe una barrera invisible que me lo impide.

Observar sus manos me incendia el alma, sus ojos deshacen cualquier posibilidad de un no, su piel altera la ruta que suele seguir la sangre dentro de mis venas y justo cuando se rozan ambas pieles algo dentro de mi se detona.

Su sonrisa me congela, anestesia mis sentidos y aunque intento no puedo reaccionar, mis sueños son prisioneros de mis mismos deseos y una visión del instante en el que nuestros labios se fusionaron me hace dudar.

Su ausencia me quema, derriba la emotividad que aparece cuando mis ojos se abren al mundo por primera vez en el día, cuando el primer pensamiento de mi mente aún amodorrada viaja hacia él.

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