jueves, septiembre 16, 2010

...Sé bien


Sé bien que aunque encuentre la exactitud de la sutileza, la suavidad en lo áspero o la ilusión entre la desilusión, incluso así… al liberar las palabras que tengo aprisionadas en mis labios se desvanecerá parte de mi y de ti.
He viajado a la complejidad de nuestra relación, he revivido los miles de momentos que me has evocado una sonrisa, una lágrima o una mueca; con o sin intención… y no importa el fragmento que tome de esta historia, el punto final siempre es el mismo: me haces más daño que bien.
Te quiero… te quiero más de lo que habría querido, más de lo que he podido incluso… y es triste no tener nada más que dar, pero sé bien que en el amor en el que te envolví no hubo mermas.
Cariño, sé bien que esto no te importará, que no dolerá, que soy perfectamente suplantable… aún así, desde la distancia yo procuraré tu bienestar, rogaré a Dios por tu felicidad y estaré lista para ti, si algún día me necesitas o en el mejor de los casos… me llegas a extrañar.
Sé bien que esto no fue amor, tal vez ni una relación… sólo fue el encuentro a destiempo de dos almas congénitas, o así lo percibieron mis distorsionados sentimientos.
Mi vida, como te llamaré por última vez con la posibilidad de revocar la decisión… nuestro tiempo caducó y aunque supongo que es normal, no me duele menos. Duele igual.
Ahora sí, antes de firmar… quiero asentar en mi acta de defunción que hasta el momento de mi muerte, nunca dejé de quererte hasta con la última de mis entrañas.

jueves, enero 28, 2010

DEMENCIA


Hablarnos, es para fingir una amistad que en realidad no nos interesa.
Decirnos amigos, es para convencernos que el futuro no existe con nosotros.
Conversar del futuro nos recuerda el perfecto presente que nos pertenece justo ahora y sólo hoy.
Soñar con este minuto nos hace apasionados, porque así olvidamos que hay un mañana incierto y tal vez desierto.
Dejarnos nos acerca más, así nuestras almas ambiguas se evocan y después fusionan.
Querernos es para no desatar un impulsivo amor.
Frenarnos en el camino trillado de las cursilerías nos deja en la estática frialdad que intentamos destrozar con eventuales detalles.
Pensarnos nos hunde en la complejidad de los celos e inseguridades.
La distancia nos convierte en dementes y la cercanía en locos... y es que somos exactamente uno mismo, que fue dividido en dos.