jueves, marzo 22, 2007


La caída


- Está muerto- gritó un hombre desde la más profunda de sus entrañas, su voz aguda irrumpió entre los susurros de los testigos, pero nadie escuchó nada o no quisieron hacerlo.
Y ahí estaba ella, sentada en medio de un tumulto de personas indiferentes, ocupadas y preocupadas, se movían de un lado a otro sin explicar nada, sin comprender nada. Y no era necesario, ella sabía, y era tal vez la única, que comprendía con exactitud lo que había ocurrido.
- A mí se me hace que este ha de haber andado drogado, porque de seguro era albañil y ya sabes cómo es esa gente, se ha de haber caído de ese edificio- afirmó una mujer de edad avanzada que observaba cómo yacía el cuerpo teñido de rojo, rojo sangre.
Ella sólo se dedicó a observar, sin cuestionar, suponer o hablar, una gota de agua le rodó por la mejilla, sonrió, miró al cielo, comenzó a llover y respiró profundo –Déjenlo en paz- gritó descomunalmente, el eco llegó hasta lo más recóndito del edificio del cual aseguraban los testigos había caído, entonces, sólo hasta entonces el silencio imperó momentáneamente hasta que…
-Ya llegó la ambulancia, déjenla pasar, háganse a un lado para que pase la ambulancia, parece que están sordos, tú muévete, ¿qué no ves que ya llegó la ambulancia?- dijo una y mil veces hasta que se cansó una mujer entrometida por vocación, después de eso la fuerza de la lluvia aumentó y todos corrieron a sus casas, no para continuar con sus quehaceres, más bien para observar todo desde el cómodo sillón de sus patios techados.
Ella se acercó al cuerpo, acarició su mejilla, y durante varios minutos se dedicó a observarlo
-¿Es familiar, qué pasó?- cuestionó un paramédico de la Cruz Roja, pero ella no le contestó, volteó a verlo, su dulce y triste mirada lo alejó
-¿Qué pasó?- preguntó el conductor de la ambulancia
-Nada, aquí ya no hay más que hacer- dijo y se marcharon de inmediato del lugar.
Nuevamente se concentró en el hombre, que más que muerto parecía dormido
-Sé quien eres- le susurró ella, mientras sus delicados dedos dibujaban figuras en su rostro rojo
-No creas conocerme- respondió débilmente el hombre, el ruido de la lluvia y el aire se robaron el mensaje, ella nunca lo escuchó hablar, lo creyó muerto, se acercó a él, lo besó en la frente y se puso de pie, comenzó a caminar mientras el hombre la siguió con la mirada hasta que por la distancia ya no la vio más, él esperaba que ella lo ayudara a regresar, a volver del sitio del que cayó, a ese cielo de donde emigró.

3 comentarios:

Celin dijo...

Cosa ma´grande caballero... Me gustó.

Celin dijo...

dije caballero por que así versa la frase... debería decir: cosa ma´grande señorita.

Alejandra Meza dijo...

Muy buen final.. me gusta!..