sábado, septiembre 29, 2007



POR LOS ARTISTAS QUE NO ENTIENDEN EL ARTE… POR TI

Hoy hemos suprimido un CUENTO de nuestro blog; sí, con ello el CUENTO ha muerto y la libertad de expresión ha sido asesinada otra vez. Fuimos informados de que posiblemente recibamos una demanda si no quitamos la historia “Este es un cuento... no tiene nombre pero es lo que menos importa”, de nuestro blog, el problema es que dicha amenaza nos llega de las manos de una artista del pincel; en serio que es increíble. Dentro del asunto existen 3 verdades: La pintora alega que en el cuento se hace alusión a su nombre (lo cual es cierto; va una) y se le presenta enamorada de un hombre que no existe (también cierto; dos), esto último según ella causó el enojo y la indignación de su esposo e hijos, porque ella nunca sería deshonesta con su familia y en su percepción es por este hecho que debe de suprimirse del blog ya que su imagen como pintora puede verse afectada; lo último y más importante, y esto lo digo yo, es que es sólo un cuento (verdad innegable; por fin tres), una historia fruto de la imaginación de un autor.

No sabrá que los practicantes las bellas artes, sus colegas, desde tiempos inmemoriales lucharon contra la censura para después imponerse y con ello otorgarle al mundo obras magníficas y trascendentales de la humanidad. Entre los que han sentido a flor de piel el efecto de la censura se encuentran: George Orwell con su obra “Rebelión en la Granja”, novela que usa la analogía animal para criticar al gobierno de Stalin, también a Mathew G. Lewis con “El Monje”, novela que la iglesia prohibió por considerarla impía, después pasaría a ser un libro pilar de la literatura gótica, a Milán Kundera con su obra “La Broma”, por la que el autor se tuvo que mudar a París y así librarse de la censura impuesta en su país.

Ahora que si quiere que hablemos de pintura que es la vertiente artística donde ella se mueve, cito entonces la misma evolución de la pintura. En un principio el realismo lo era todo, cualquier movimiento artístico que rompiera los esquemas de la pintura conservadora era visto como una revolución proletaria, pinturas de poca calidad, de mal gusto, era relegado y no se exponía en las galerías de arte. Debemos agradecer al mundo su constante movimiento, porque debido a su rotación y traslación es que los seres que habitan en él no puede dejar de girar y metamorfosearse, gracias a estas espirales de la vida tenemos cuadros surrealistas (Salvador Dali), cubistas (Pablo Picasso) e impresionistas (Claude Monet), todas las corrientes pictóricas son necesarias, las diferentes técnicas del pincel abren nuestro diafragma mental hacia lugares que están ahí, pero que antes no percibíamos. Al final como pasa normalmente en las historias para niños el bien vence al mal, el arte derrota a la censura, al igual David vence a Goliat en el “David Victorioso”, de Caravaggio.

Volviendo al tema que nos atañe, en la historia no se hace mal uso del nombre de esta pintora o mucho menos, además es una obra de ficción y es por ello que desde su publicación se optó por nombrarla “Este es un cuento... no tiene nombre pero es lo que menos importa”, con ello se hace alusión al contenido ficticio de la historia. Decidimos quitarla sólo porque apreciamos a la pintora, pero la verdad es que no hay argumentos sólidos para interponer una demanda; si no le gusta el cuento tiene el derecho de expresarlo pero no de censurarlo; bien dijo León Tolstoi “No todo lo que comemos nos gusta, no todo lo que nos gusta es bueno, por lo tanto, no todo lo que no nos gusta deja por ello de ser arte”.


Esperamos que el gremio artístico no se vuelque contra sus propios colegas, lo último que necesitamos es un país donde pulule la censura artística ya que el arte es precisamente la creación espontánea de ideas, es una invención, una idea arrojada al aire, plasmada por medio de la pluma, del pincel, del cuerpo, de la piedra, del celuloide, de la voz, es un grito de libertad y como explicó alguna vez Picasso "El arte es la mentira que nos permite comprender la verdad"; y sólo la verdad nos hará libres.

miércoles, septiembre 26, 2007




Novela: El Enigma de París
Autor: Pablo de Santis
Editorial: Planeta



Un misterio a medias
La novela policíaca o detectivesca ha sido desde antaño uno de los géneros más atractivos y consumidos por los lectores en todo el mundo, eso sí, no hay que dejar a un lado que a su vez tiende a ser uno de los géneros más subvalorados.

¿Quién no ha leído a Sherlock Holmes? o por lo menos escuchado su nombre, sin duda un símbolo de la literatura policial; de hecho, mi querido Watson, Holmes es un personaje elemental en la literatura universal. Quién más ha intentado descubrir sin éxito al asesino en la novela de Diez Negritos, de Agatha Christie; como ven son innumerables momentos de suspenso y entretenimiento los que nos hacen vivir las grandes novelas policíacas. A todos nos atraen los misterios, bien dicen que dentro de cada persona hay un detective que busca conocer la verdad de los hechos; de ahí el éxito de la novela policíaca.

Los precedentes de la novela detectivesca los sembró Allan Poe en Los crímenes de la Calle Morgue, desde entonces la novela policíaca ha sufrido muy poca evolución y en cambio se ha sobreexplotado hasta el hartazgo por muchos autores modernos. El problema del género policiaco se centra en que es una rama literaria con reglas muy bien establecidas, en la cual pareciera imposible romper los esquemas. Es precisamente esta razón la que ha provocado que la novela policíaca se haya ido desvirtuando hasta sumirse en una profunda mediocridad, convirtiéndose en un producto hecho a la medida, con tramas entretenidas pero sin contenido, en best-sellers inocuos; en una fórmula cacofónica e inmutable.

El Enigma de París es una de las tantas novelas de este género, con sus defectos y sus virtudes. Sí, la novela es ganadora del Premio-Planeta Casamérica de narrativa iberoamericana 2007, cumple con el cometido de entretener, pero está lejos de ser erudita como El Nombre de la Rosa de Umberto Eco o distante de ser una obra imprescindible como Estudio en Escarlata de Conan Doyle; simplemente es una lectura ligera y efímera.

El libro narra las pesquisas que realiza Sigmundo Salvatorio (joven detective argentino) para esclarecer el asesinato de uno de los miembros de Los Doce Detectives (agrupación que reúne a los detectives más sagaces del mundo), todo ello en el marco de la Exposición Universal de París y a la par de la construcción de la Torre Eiffel.

El autor, Pablo de Santis, intenta dar un toque sesudo a la historia internándose en la metodología de la investigación de cada uno de los detectives, pero con sólo 281 páginas se acota el margen para desarrollar personajes creíbles y sustanciales, lo cual da pie a detectives parcos y estereotipados; sin profundidad. La historia se despliega mediante una prosa ágil que transporta al lector a un París de misterios, amores, envidias, crimen y traición. El Enigma de París es una buena elección para jóvenes lectores que inician su camino en el mundo de las letras policíacas por el contrario los asiduos al género la encontrarán de poca eficacia. Es como toda novela policíaca, en ella se va construyendo paso a paso un mundo donde el crimen es un arte, donde el detective investiga cada una de las pistas con su ojo metódico, donde descifrar las pinceladas del asesino es algo más que una mera investigación.